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La revolución silenciosa de las mujeres islámicas

Hablar de la condición de las mujeres en el mundo árabe es hablar de una gran diversidad de situaciones tanto legales como de usos y costumbres, de  logros sociales así como de como de prácticas en el mundo privado.  Hoy en día, en la mayor parte de los países árabes, ya sea a partir de la propia ley islámica u otra fuente de derecho, las mujeres han ido rescatando el reconocimiento de sus derechos de acceso a la educación, al trabajo y a la participación política de manera paulatina y sin mayores alardes. Durante las revueltas de la primavera árabe del 2011, las mujeres han jugado un papel definitivo e se hicieron oír sus demandas.

Según documentos de la UN más del 50% de los 359 millones de habitantes de los 22 países que conforman el mundo árabe son  mujeres, en su gran mayoría jóvenes de menos de 24 años. Probablemente es la parte de la población mundial que ha experimentado cambios más dramáticos en el menor tiempo posible. En comparación con las generaciones anteriores, las jóvenes de hoy en día tienen mayores posibilidades de estudiar, se casan más tarde, tienen mayores posibilidades de participar políticamente y tienen menos hijos. En treinta años, a partir de los años 70 la tasa de natalidad de estos países fue la que descendió más rápido en el mundo, pasando de 3.8 hijos a 3.6 en el 2010, se pronostica que para el 20150 baje a 2.1. La situación es diferente en cada país sin embargo estos son los indicadores generales.

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Los niveles educativos han aumentado dramáticamente especialmente en los ricos países petroleros donde más del 50% de los estudiantes universitarios son mujeres. En menos de dos generaciones se han logrado matrículas de cerca del 90% de niñas en la primaria y 80% de nivel secundario.

En países como Omán desde donde escribo estas líneas, y a pesar de ser todavía un país conservador donde la gente viste de forma tradicional y donde el Islam rige muchos aspectos de su vida diaria, es un país mucho más liberal con las mujeres que otros países árabes, aquí pueden trabajar, conducir, salir a la calle solas, e incluso ser ministras.

Durante mi estancia tuve la oportunidad de hablar con varias jóvenes mujeres en estos días y no dejó de sorprenderme el grado de conciencia de su condición. Fátima una joven ingeniera en sistemas de 28 años me relató que según la costumbre su madre fue casada a los 9 años de edad y hasta los 13 estuvo al cuidado de otra de las esposas de su padre, cuando tuvo a su primer hijo y en total tuvo 11 hijos. A una generación de distancia, Fátima logró terminar su educación superior, vivir sola, trabajar independientemente y a pesar de que su familia le manifiesta su deseo de verla casada, ella no lo ha hecho por su interés en su carrera profesional. Usa la chilaba que es la larga túnica negra acompañada de un velo en la cabeza por su deseo personal en este momento. Ella considera que el haber accedido a la educación de manera masiva y de contar con oportunidades para su superación hará que con el paso del tiempo las jóvenes vayan incorporando otros tipos de prácticas cotidianas. El cambio se da de manera interna y no por presiones exteriores de ideologías diferentes. La revolución de las mujeres árabes se está dando de manera silenciosa.

Este comentario me lleva a pensar en casos tan similares que se han dado dentro de nuestra realidad inmediata, donde a pesar de que los cambios no se hayan dado a la velocidad que quisiéramos, las jóvenes mujeres indígenas de nuestra entidad están avanzando en su formación, en su participación, en la adquisición del pleno ejercicio de sus derechos y donde ellas manifiestan al igual que las mujeres árabes que ellas van tomando la iniciativa de los cambios al interior de las comunidades y pueblos de Oaxaca, contando con la solidaridad de algunos varones concientizados y sensibles. De igual manera la revolución avanza silenciosamente.

Ximena Avellaneda Díaz

Marzo 29 del 2013