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Actuar en el presente: Urge invertir en la infancia

30 de abril de 2020, Comunicado.-La igualdad entre mujeres y hombres, la disminución de la brecha de género, solo serán una realidad en la medida que desde el presente se actúe a favor de la infancia.

Niñas, niños y adolescentes, son sujetos de derecho, así lo establecen Convenios Internacionales que nuestro país ha suscrito, así como Leyes Nacionales y Estatales, sin embargo, la realidad confronta estos principios.

De acuerdo a las estadísticas nacionales este sector representa el 30.8% del total de la población, lo que significa que, de los casi 40 millones de niñas, niños y adolescentes en México, la mitad se encuentran en situación de pobreza y 4 millones en pobreza extrema.

Una investigación de CIESAS-UNICEF señala que Oaxaca ocupa el segundo lugar en rezago social a nivel nacional y señala que la población más vulnerable la constituyen niñas, niños y adolescentes, indígenas y que viven en zonas rurales.

Mirar esta problemática, desde una perspectiva de género, permite reconocer que la realidad de las niñas y las adolescentes se agrava debido a las inequidades que enfrentan a nivel familiar, comunitario y social. Por ello es necesario visibilizar aquellos aspectos que requieren transformaciones profundas desde la infancia, orientadas a cambiar las prácticas culturales que otorgan mayor poder y oportunidades a los hombres y limitan el desarrollo pleno de las mujeres.

En los hogares más pobres, las niñas, las adolescentes y las mujeres, enfrentan mayores niveles de desnutrición, así como riesgo de abandono escolar, lo que limitará sus oportunidades de aprendizaje y opciones laborales.

Existe también una co relación entre pobreza y uniones tempranas, ya sea como matrimonio infantil o uniones de hecho, embarazo infantil, embarazo en la adolescencia y embarazo forzado.

Según las Estadísticas de Natalidad del INEGI, en Oaxaca durante el 2017, el 15.8% (12,468) de los nacimientos se presentaron en mujeres de 15 a 19 años y el 0.3% (250) en niñas de 10 a 14 años, no obstante, los Servicios de Salud de Oaxaca registraron que entre el 2015 y el 2017 ocurrieron 2,066 embarazos en menores de 15 años.

La violencia de género, en todas sus manifestaciones, física, emocional, sexual e incluso feminicida, se presenta en los diferentes estratos sociales, sin distinguir nivel educativo, pertenencia o no a comunidades indígenas y afromexicanas, la violencia hacia las niñas, las adolescentes y las mujeres es una manifestación clara de un sistema patriarcal que las discrimina y las excluye.

La Fiscalía del Estado de Oaxaca, según datos oficiales, reportó que durante enero y febrero fueron denunciados 306 delitos sexuales, de los cuales 50 fueron cometidos contra niñas y niños de 0 a 11 años y 113 contra niñas, niños y adolescentes de 12 a 17 años de edad.

Otro dato que refleja la gravedad del problema es que, de acuerdo al monitoreo de violencia feminicida del GESMujer, en lo que va del año, el 25% de los asesinatos violentos han sido cometidos en contra de niñas y adolescentes menores de 18 años.

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en la Agenda 2030, plantean en el objetivo 5 de Igualdad, que es necesario invertir en las niñas, las adolescentes y mujeres, bajo el lema “no dejar a nadie atrás”, por ello, hacer un balance sobre la problemática permite identificar aquellas áreas que son estratégicas:

La pobreza tiene un origen multifactorial, pero las políticas públicas deben contemplar estrategias inclusivas para que las niñas y las adolescentes accedan a la alimentación y la educación, debido a que son insumos básicos para su desarrollo.

Garantizar la salud y los derechos sexuales y reproductivos es fundamental para que las niñas y adolescentes puedan decidir sobre su cuerpo, su sexualidad, su reproducción y su futuro. La inclusión de los niños y los adolescentes es estratégica, porque al ser sensibilizados en prácticas basadas en masculinidades positivas, libres de esterotipos de género basado en el control sobre el cuerpo de las mujeres, puede hacer la diferencia en la prevención del embarazo temprano, no deseado o forzado.

La prevención de la violencia basada en el género, contempla una forma de educar a las niñas y adolescentes con capacidad de reconocer sus derechos, de aprender nuevas formas de relacionarse con los hombres, identificando las señales de dominación y control, incluyendo todas las formas del “amor romántico”. La violencia es un aprendizaje social, desafortunadamente durante la infancia y la adolescencia, las estadísticas muestran que también están expuestos a la violencia por parte de otros hombres, o son víctimas indirectas en su hogar, pues están presentes durante la violencia doméstica, de manera que aprenden a obtener control y obediencia por medio de la violencia.

Proteger a los niños y adolescentes de la violencia tendrá efectos positivos en su desarrollo, así como en sus relaciones con otros hombres y con las mujeres.

Ahora es el momento de sentar las bases para construir un futuro de justicia y equidad entre mujeres y hombres. La inversión que se realice en niñas, niños y adolescentes que favorezca el ejercicio pleno de sus derechos, tendrá un impacto positivo en el desarrollo de nuestro estado.