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Las consecuencias del ejercicio de una sexualidad sin protección las enfrentan sobre todo las mujeres, ya sea por un embarazo no planeado, un aborto en condiciones inseguras, embarazos de alto riesgo, además de las complicaciones que pueden presentarse en el parto o el postparto, aumentando las probabilidades de muerte materna o mortalidad infantil.
Hay que agregar que en las adolescentes menores de 16 años se suman los riesgos de padecer enfermedades crónico degenerativas como hipertensión, diabetes, desnutrición, anemia o enfermedades metabólicas que desarrollan porque su cuerpo aún no está listo para un embarazo o un parto.
Aunado a las repercusiones físicas, emocionales y reproductivas de un embarazo en una edad temprana, esta problemática tiene un alto costo social para las y los adolescentes que asumen una responsabilidad materna y paterna, pues en su mayoría, sobre todo las mujeres, no tienen otra opción que dejar la escuela y tomar decisiones contrarias a un proyecto de desarrollo personal, generando condiciones que perpetúan el ciclo de la pobreza y la exclusión social.
Ese exceso de confianza de que nada les va a pasar, la falta de conocimientos sobre cómo se coloca un condón, el que vivan en una zona rural y una nula e inexistente educación sexual pueden ser factores que se combinan para ejercer una sexualidad sin protección, cuyos efectos los padecerán diametralmente más las mujeres, para quienes el condón femenino no es un método anticonceptivo fácil de conseguir.
Ante este contexto, parte importante del quehacer del GESMujer se ha centrado en impulsar procesos de sensibilización entre alumnado y profesorado de escuelas de la ciudad de Oaxaca, zona conurbada y algunas comunidades indígenas, a quienes se les habla sobre sexualidad de manera clara y desde una perspectiva de género, previniendo prácticas y conductas riesgosas para la salud sexual y reproductiva de hombres y mujeres.
Las estadísticas reflejan que el inicio de la vida sexual en la etapa de la adolescencia y la juventud es una realidad que se da por múltiples razones, incluidas las que se asocian a roles y estereotipos de género como la presión social en el caso de los hombres, a quienes se les orilla de ésta manera a probar o reafirmar su virilidad, mientras que en las mujeres puede darse por la necesidad de afecto y aceptación.
La curiosidad de saber qué se siente puede ser la razón que lleve tanto a mujeres como a hombres a tener su primera relación sexual, pero en muchos de los casos las mujeres son forzadas a tener un acto sexual bajo presión o sin su consentimiento, lo que incrementa el riesgo de un embarazo no planeado y a edad temprana.
Gracias a las contribuciones de nuestros donantes, desde que inició el 2016 hemos desarrollado una serie de actividades de sensibilización con profesorado y alumnado de diferentes escuelas, principalmente a nivel de secundaria y de sexto grado de primaria.
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